Hoy deseamos compartirles un poema que reafirma esta invitación de que vengamos a Él no solo los jóvenes sino TODOS, para ser comprendidos, ser consolados, ser sanados, ser salvos y poder llegar a gozar de esa felicidad que solo Él brinda.
Aquí esta:
En Nazaret, el angosto camino
que quita el aliento y cansa
los pies,
pasa por donde una vez vivió
el Carpintero de Nazaret.
Por el polvoriento camino
solía la gente del pueblo
llegar
y sobre el banco del Carpintero
lo destrozado depositar.
Una muñeca rota llevaba la
niña,
un arado el hombre, una silla
la mujer.
“Carpintero, ¿Lo puede
reparar?”,
esperanzados preguntaban los
tres.
Cada uno recibe lo solicitado:
la muñeca, la silla o el arado;
lo destrozado que le habían
llevado
se lo devuelve perfectamente
reparado.
Año tras año la cuesta
empinada,
con paso lento y melancolía,
recorren de pena y dolor
cargadas
las almas que imploran día a
día:
“Ah, Carpintero de Nazaret,
¿Te será posible reparar
mi destrozado corazón,
y mi vida destrozada de verdad?”.
Y por Su amor y gran bondad,
Su vida dulce entretejerá
con la nuestra destrozada
y vida nueva creará.
“¡Ah, Carpintero de Nazaret,
convierte en plena perfección,
los destrozados ídolos de mi
ser:
|deseo, esperanza, fe y
aspiración!”
"Si se sienten solos, por favor, sepan que pueden hallar consuelo. Si se sienten desanimados, por favor, sepan que pueden hallar esperanza. Si son pobres en espíritu, por favor, sepan que pueden ser fortalecidos. Si se sienten destrozados, por favor, sepan que pueden ser sanados." Elder Jeffrey R. Holland
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