martes, 13 de mayo de 2014

SEMEJANZA entre "Criar a un hijo y Plantar un árbol"

Esta es una anécdota del Pdte Gordon B Hinckley, compartida durante la Conferencia General de Octubre de 1993, en el discurso "Instruye al Niño en su camino". La conservamos en nuestro blog, por la manera tan CLARA y SENCILLA en la que nos enseña, que los actos de amor que como padres hacemos a tiempo para criar a nuestros hijos "cuando son pequeños y dóciles, y cuando escuchan y aprenden", evitarán esfuerzos mayores por tratar de enderezar vidas infelices en nuestros hijos ya grandes. 


Poco después que mi esposa y yo nos casamos, edificamos nuestra primera casa. Teníamos muy poco dinero e hice yo mismo gran parte del trabajo. Se llamaría pagar con el propio trabajo hoy en día. El jardín tuve que hacerlo yo solo. El primero de los muchos árboles que plante fue una acacia negra sin espinas. Previendo el día en que con su sombra refrescara la casa en el verano, lo puse en un extremo donde el viento del desfiladero oriental soplaba con mas fuerza. Hice un hoyo, asenté allí las raíces del arbolito, lo cubrí con tierra, le eche agua y prácticamente me olvide de el. Era un arbolito pequeño, quizá de unos dos centímetros de diámetro, y era tan flexible que podía doblarlo con facilidad en cualquier dirección. No le preste mucha atención al pasar los años hasta que un día invernal en que el árbol no tenía hojas, lo vi casualmente al mirar por la ventana; me fije entonces en que se inclinaba hacia el poniente, que estaba deforme y desequilibrado. Me costó creerlo. Salí y trate con todas mis fuerzas de enderezarlo, pero el tronco ya media casi 30 centímetros y mi fuerza no era nada en contra de el. Fui a buscar una polea y una cuerda; después de haber amarrado un extremo de esta al árbol y el otro a un poste firme, tire de la cuerda. La polea se movió un poco y el tronco del árbol se estremeció ligeramente, pero eso fue todo. Parecía decirme: “No puedes enderezarme. Es demasiado tarde. He crecido así porque tu me has desatendido y no me doblaré”.

Por fin, desesperado, con la sierra le corte la rama grande y pesada que daba al poniente. La sierra le dejó una horrible cicatriz de mas de veinte centímetros. Retrocedí para contemplar lo que había hecho: había cortado la parte principal del árbol, dejando sólo una rama que crecía hacia arriba.

Ha transcurrido mas de medio siglo desde que plante aquel árbol. Mi hija y su familia viven ahora allí. El otro día volví a mirar el árbol. Es grande. Tiene mejor forma y embellece la casa. Pero cuan serio fue el trauma de su juventud y cuan brutal el tratamiento que emplee para enderezarlo.

Cuando lo plante, un pedacito de cuerda lo hubiera mantenido derecho en contra de la fuerza del viento. Yo habría podido y deba haberle puesto esa cuerdecita con tan poco esfuerzo; pero no lo hice, y se dobló ante las fuerzas que cayeron sobre el.

He visto algo similar, muchas veces, en niños cuyas vidas he observado. Los padres que los trajeron al mundo virtualmente abdicaron a su responsabilidad y los resultados han sido trágicos. Unos pocos y sencillos soportes les habrían dado la fortaleza para resistir las fuerzas que han dado forma a su vida. Ahora, me temo que sea demasiado tarde.


"No pueden esperar realizarlo solos; necesitan la ayuda del Cielo para criar a un hijo del Cielo: su hijo o hija es también hijo o hija del Padre Celestial." Gordon B Hinckley



No hay comentarios:

Publicar un comentario